El pasado miércoles el lanzador Matt Cain se convirtió en el lanzador número 22 en lanzar un juego perfecto en la historia de las mayores, logrando ser el segundo en alcanzar tal hazaña en lo que va de campaña. Esta corrida de juegos sin hits y ahora de perfectos nos retrotrae a la campaña del 2010, cuando en cuestión de menos de un mes tanto Dallas Braden como Roy Halladay lograron alcanzar una proeza que sólo 18 hombres habían logrado hasta esa fecha.

En esa ocasión nuestro compañero Miguel Olivo escribió al respecto, indicando sobre las probabilidades con las que contaba un lanzador de alcanzar la perfección previo al inicio de una campaña y concluyendo que las mismas eran sumamente minúsculas, por lo que no era de sorprender el hecho de que grandes lanzadores como Pedro Martínez, Greg Maddux y Roger Clemens nunca se toparan con la perfección.

Es por esto que con las actuaciones de Cain y de Humber, las aseveraciones sobre el dominio de los lanzadores de seguro volveran a florecer, a pesar de que el presente ambiente ofensivo no está muy alejado del promedio historico de carreras conforme explicasemos en nuestro último artículo. Sin duda esto nos lleva a preguntarnos si el actual ambiente de carreras contribuye a un mayor chance de contar con juegos perfectos durante una temporada, y más importante aún, evaluar qué tan altas son las actuales probabilidades para un lanzador de lanzar un juego de este tipo.

Lo primero que debemos tener en cuenta es que para que acontezca un juego perfecto ningún corredor debe embasarse, debiendo el lanzador acumular una cadena de 27 outs ininterrumpidos, sin hits, bases por bolas, bateadores golpeados o corredores embasados por error. De ahí podemos colegir que para calcular los chances de que se escenifique un juego perfecto debemos calcular los chances de que un jugador no alcance una base, esto elevado por la cantidad de outs en un partido. En este sentido los chances de observar un juego perfecto en un partido X durante una temporada lo podemos calcular en base a la siguiente expresión:

Antes de continuar, debemos aclarar que esta fórmula debe incluir de  igual forma la cantidad de jugadores que se embasan por error, pero lamentablemente esta estadística no es diseminada por sitios como Fangraphs o Baseball-Reference. Por lo tanto debemos tener en cuenta que los chances aquí calculados serán ligeramente más bajos de lo que podamos apreciar en el presente artículo.

Continuando con el análisis y tomando en cuenta que el OBP de la liga para este año es de .319, podemos calcular que los chances de ver un juego perfecto durante la temporada del 2012 equivaldrá al resultado de (1-.319)^27, lo que nos arroja la ínfima probabilidad de 0.00313%. Ahora bien, debemos aclarar que este no es la probabilidad para lanzar un juego perfecto en una temporada completa, sino simplemente el chance de que en un juego dado se escenifique este tipo de partidos.

Para obtener el chance de un juego perfecto a través de una temporada debemos utilizar la siguiente fórmula:

En esta fórmula tenemos que p será igual (1-.obp)^27 que es la expresión utilizada anteriormente, y 2430 será la cantidad de partidos escenificados en una temporada. En este sentido, al sustituir en la fómula obtenemos el resultado siguiente:

Aunque unas probabilidades de 7.31% puedan parecer muy bajas, debemos de tener en cuenta de que en las últimas 11 temporadas el chance de un juego perfecto ha aumentado constantemente en vista de la baja ofensiva y el descenso del OBP colectivo de la liga, conforme podemos constatar en el próximo cuadro:

Aunque no hay dudas de que los chances de obtener un juego perfecto son bien limitados, no podemos obviar el hecho de que en los últimos años hemos visto casi duplicarse los chances de contar con al menos uno de estos juegos durante una temporada, debido al declive experimentado por los niveles ofensivos de la liga, lo cual junto a otros factores como lo son la eficiencia de la defensa y el considerable aumento de los ponches, elevan considerablemente la posibilidad de juntarse con un partido como éste.